ETA y la importancia
Hace días que vengo diciendo que lo de ETA no es para tanto , que el mayor problema que tenemos es la importancia que le estamos dando.
Iñaki Gabilondo, en este artículo del periódico El País, habla parecido, de cómo ETA intenta convertir un problema pequeño en algo grande. Iñaki habla desde su lado de supuesto salvado por ETA, lo que le produce más vergüenza si cabe, pero me reafirma en mi conclusión: No les dejemos creer que lo suyo es grande, que lo suyo es importante. No lo es.
Otra reflexión: ¿Porqué no haremos como los franceses y no le daremos la importancia justa a las cosas?
A continuación, las palabras de Iñaki, de las más sensatas que he leído en mucho tiempo:
"....Yo este año he estado en Gaza, allí he visto lo que es que un pueblo se sienta oprimido; yo he visto en África a gente que no tiene para comer, que tiene que caminar 10 kilómetros a por agua... Y que un pueblo como el mío se esté permitiendo la fantasmada, la chulada de darse la importancia que se está dando, convirtiendo un problema que es sencillamente un problema político como en el mundo hay millones, en un drama de este calibre, jugando batallas de vida o muerte, me parece una ofensa para los asuntos reales de vida o muerte.
No puede ser, no puede ser que dediquemos la energía que estamos dedicando a este asunto, que estemos obligando a toda España a tener la paciencia superlativa de dedicar millones de horas de un tiempo que lo necesita para millones de problemas que tiene de verdad. Sencillamente, me parece un insulto, me siento ofendido como vasco y me siento irritado. Me parece que debería haber un problema de categorías. ¡Que esos pobres chicos ecuatorianos estén muertos ahora en nombre de no sé qué anhelo...! Vamos, hombre, hay que ver el problema real de estos dos ecuatorianos que habían venido a sacarse la vida adelante al quinto pino de su país y que les hemos matado porque nosotros creemos que una organización del Estado así es peor que una organización del Estado asá... Es que esto no resiste la comparación. No banalicemos hasta este extremo las cosas y, sobre todo, si las estamos banalizando, pongámonos colorados, que nos dé vergüenza por lo menos.
La pista me la ha dado Vesania. Las negritas (que comparto plenamente) son suyas.
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