Reflexiones sobre el Proyecto Reflex
En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre las conclusiones del Proyecto Reflex, que estudia la influencia sobre la salud de las radiaciones de la telefonía GSM.
La polémica viene porque parece ser que dicho trabajo va a dejar de recibir financiación, cosa que considero un error.
Mi opinión es que es imprescindible continuar con estas investigaciones, y ampliarlas (el informe sólo hace referencia a la banda de 900 MHz cuando actualmente casi toda la comunicación se hace en 1800 MHz), por credibilidad, y tal y como defiende la Agencia Europea de Medio Ambiente en su informe Lecciones tardías aprendidas de alertas tempranas (PDF), para defender la salud minimizando la desconfianza social y evitando ralentizar la innovación.
Nos jugamos mucho tanto si el resultado es que las radiaciones son nocivas como si no. Si lo son, hay que tomar medidas inminentes y paralizar el despliegue con la tecnología actual, y si no lo son, no podemos permitirnos una falsa alarma en el sector de las telecomunicaciones, por supuesto, pero tampoco en muchísimos servicios y negocios construidos o firmemente apoyados en las comunicaciones móviles.
Además, se han producido comentarios en la prensa que es necesario matizar:
La noticia en Cinco Dias dice que incluso a dosis moderadas el estudio *de laboratorio* DEMUESTRA que las células humanas son vulnerables a índices de radiación entre 0,3 y 2 watios por kilo, cuando los móviles emiten entre los 0,5 y 1 watios.
Este párrafo me suscita varias preguntas:
¿Cuanto pesa mi cabeza? ¿3 kilos?, ¿4 kilos?
¿Se distribuye uniformemente esta radiación?. Si es así, aun a potencia máxima no llegaría a la dosis límite del estudio.
¿El cráneo actua de barrera? Porque no es lo mismo que afecte a células del cerebro que a las de la oreja (oreja a la plancha, Nikki Lauda)
A lo que voy, la información en prensa (como muchas otras veces) ha sido alarmista. Hay que dar muchos más datos.
Por otra parte, aprovecho para recordar que a las frecuencias de trabajo las perdidas son muy importantes, lo que hace que la potencia que se recibe a 20 metros de una estación base que emite 400W en la frecuencia de 1.800 MHz sea del orden de 160 miliwatios si hay visión directa, y muchísimo menor si hay obstáculos por el medio (el suelo o una pared, por ejemplo).
De éste último dato, podemos concluir que la mayor parte de la radiación que recibimos no procede de las estaciones base, sino de nuestro propio teléfono, que suele estár al lado de nuestra cabeza emitiendo con una potencia que puede llegar 1 W.Es ahí donde hay que trabajar si se quiere reducir la radiación recibida.
Y la manera de hacerlo es sencilla. Los teléfonos son más inteligentes de lo que creemos. Disponen de un control automático de ganancia que les permite reducir potencia de emisión cuanto más cerca estén de la estación base, con objeto de reducir consumo y optimizar la duración de la batería (este efecto es fácil de observar, las baterías duran más en el centro de las ciudades que en zonas poco densas).
Así pues, lógicamente pero paradójicamente para mucha gente, la manera de disminuir la radiación recibida es aumentar el número de estaciones base.
Pero, cuentaselo esto tu ahora a las comunidades de vecinos, despues del alarmismo injustificado transmitido durante estos últimos años...
La polémica viene porque parece ser que dicho trabajo va a dejar de recibir financiación, cosa que considero un error.
Mi opinión es que es imprescindible continuar con estas investigaciones, y ampliarlas (el informe sólo hace referencia a la banda de 900 MHz cuando actualmente casi toda la comunicación se hace en 1800 MHz), por credibilidad, y tal y como defiende la Agencia Europea de Medio Ambiente en su informe Lecciones tardías aprendidas de alertas tempranas (PDF), para defender la salud minimizando la desconfianza social y evitando ralentizar la innovación.
Nos jugamos mucho tanto si el resultado es que las radiaciones son nocivas como si no. Si lo son, hay que tomar medidas inminentes y paralizar el despliegue con la tecnología actual, y si no lo son, no podemos permitirnos una falsa alarma en el sector de las telecomunicaciones, por supuesto, pero tampoco en muchísimos servicios y negocios construidos o firmemente apoyados en las comunicaciones móviles.
Además, se han producido comentarios en la prensa que es necesario matizar:
La noticia en Cinco Dias dice que incluso a dosis moderadas el estudio *de laboratorio* DEMUESTRA que las células humanas son vulnerables a índices de radiación entre 0,3 y 2 watios por kilo, cuando los móviles emiten entre los 0,5 y 1 watios.
Este párrafo me suscita varias preguntas:
¿Cuanto pesa mi cabeza? ¿3 kilos?, ¿4 kilos?
¿Se distribuye uniformemente esta radiación?. Si es así, aun a potencia máxima no llegaría a la dosis límite del estudio.
¿El cráneo actua de barrera? Porque no es lo mismo que afecte a células del cerebro que a las de la oreja (oreja a la plancha, Nikki Lauda)
A lo que voy, la información en prensa (como muchas otras veces) ha sido alarmista. Hay que dar muchos más datos.
Por otra parte, aprovecho para recordar que a las frecuencias de trabajo las perdidas son muy importantes, lo que hace que la potencia que se recibe a 20 metros de una estación base que emite 400W en la frecuencia de 1.800 MHz sea del orden de 160 miliwatios si hay visión directa, y muchísimo menor si hay obstáculos por el medio (el suelo o una pared, por ejemplo).
De éste último dato, podemos concluir que la mayor parte de la radiación que recibimos no procede de las estaciones base, sino de nuestro propio teléfono, que suele estár al lado de nuestra cabeza emitiendo con una potencia que puede llegar 1 W.Es ahí donde hay que trabajar si se quiere reducir la radiación recibida.
Y la manera de hacerlo es sencilla. Los teléfonos son más inteligentes de lo que creemos. Disponen de un control automático de ganancia que les permite reducir potencia de emisión cuanto más cerca estén de la estación base, con objeto de reducir consumo y optimizar la duración de la batería (este efecto es fácil de observar, las baterías duran más en el centro de las ciudades que en zonas poco densas).
Así pues, lógicamente pero paradójicamente para mucha gente, la manera de disminuir la radiación recibida es aumentar el número de estaciones base.
Pero, cuentaselo esto tu ahora a las comunidades de vecinos, despues del alarmismo injustificado transmitido durante estos últimos años...
5 comentarios
Albertto Adán -
Quéjome -
Mientras haya una duda razonable ( que la hay) tienen la obligación de alejar el posible foco de contaminación de edificios como colegios y centros públicos.
¿Sabéis cuánto pagan las compañías telefónicas por la instalación de una de estas antenas? ( ya sea en edificios o en parcelas)...
PdelG -
Fernando -
PdelG -