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bambino, el blog de Fernando Tomás.

El coste económico contra el medioambiente.

Y no me refiero a las grandes corporaciones, ni siquiera a los estados. A nivel personal, al nivel del gran consumo, de los (miles de) millones de consumidores que somos.

El otro día visitaba La casa posible, en la plaza temática Oikos, en la Expo de Zaragoza.

Se trata de una casa con cuatro recubrimientos en la fachada que propiciaban el aislamiento, con toda la cubierta llena de placas solares, que a su vez hacían funcionar un hidrolizador que recarcaba pilas de hidrógeno, que a su vez eran la fuente de energía de la casa. Tecnología punta y autosuficiente con un grandísimo problema:

A día de hoy a un coste tan caro que en las cuentas de la mayoría de la población, el pensamiento sera "esta instalación no la amortizo ni aunque viva 400 años en esta casa, para eso sigo con el sistema tradicional, consumiendo energía y no gastando tanto en aislamiento".

Ese es su mayor problema.

Otro caso. El año pasado quisimos solucionar el problema del exceso de calor en las habitaciones de mis hijos y quisimos ser responsables medioambientalmente hablando: empezaríamos por poner un toldo en cada ventana, y reducir la entrada de sol. Pues bien, el dichoso toldo costaba cuatro veces lo que costaba poner aire acondicionado en cada habitación (el doble si considerábamos el consumo energético de quince años de vida útil del equipo  -y del toldo-). En fin, una barbaridad. Finalmente optamos por ventiladores de techo, que también consumen, aunque menos que el aire acondicionado, y son veinte veces más baratos que él, y no digamos que los toldos.

A lo que voy. 

La barrera que impide que se imponga lo medioambientalmente responsable es económica, sobre todo.

A un precio igual, o un poco superior, puedes tirar por la opción "verde", pero si no se puede pagar o el esfuerzo es importante, lo mas normal será que vayamos por la viable económicamente.

Porque -salvo excepciones con terceras vías como lo de los ventiladores de techo- sólo tendremos dos opciones: o esa, o no hacer nada. Y si no estamos mentalizados para que nuestra opción sea "gastar mucho más dinero", la opción de "no hacer nada" también queda lejos.

En este punto es donde hay que invertir, legislar, apoyar, subvencionar, investigar, favorecer. Para generar economía de escala en los productos sostenibles. Para hacerlos asequibles a todos, y no sólo escaparates de feria.

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