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bambino, el blog de Fernando Tomás.

Un nuevo actor en el proceso de normalización del País Vasco: los deportados.

(me niego a llamarlo proceso de paz, pues no ha habido ninguna guerra).

No había caido hasta hoy en la cuenta en los deportados, en todos aquellos que tuvieron que marcharse por culpa de las amenazas del terrorismo. No sería justo que el estado no contase con ellos, mas cuando muchos de ellos están desando volver a casa.

Copio textualmente parte de su mensaje :

Nosotros hemos sido expulsados por la acción directa o indirecta del terrorismo, pero no renunciamos, como desearía ETA, a opinar sobre los asuntos que afectan a nuestra tierra. Consideramos que una democracia no debe permitir que una banda criminal consiga ninguno de sus objetivos y mucho menos el de articular un censo electoral favorable a sus intereses, como ha sucedido en Euskadi hasta ahora. Es hora de terminar con esta anomalía democrática, es hora de limitar el efecto de ETA sobre los resultados electorales, es hora de que la democracia tome medidas para que todos los que nos hemos visto forzados a marcharnos podamos participar activamente en la toma de decisiones políticas en el País Vasco. Tanto más, cuanto que nos podemos encontrar ante un proceso de reformas estatutarias de hondo calado.

Como dije el otro día, aquí hay tema para rato. 

3 comentarios

M@x -

Usted y yo sabemos que no ha habido ninguna guerra; pero me apuesto el page rank a que los vascos (y las vascas) de dentro de unos años estudiarán en la escuela pública que hubo una ;)

Fernando -

Puede que tengas razón, Carlos, pero el término es el que ellos han elegido como asociación. Supongo que porque sienten que los han echado por la fuerza, no lo se. En cualquier caso, es el que ellos prefieren.

Carlos -

No son deportados, son exiliados.
Los deportados son los que Francia mandó a otros países y que seguro que regresan cuando se acabe este proceso, porque no tendrán nada que temer.
Los exiliados es posible que no regresen nunca, ya que muchos se fueron debido al sufrimiento inaguantable que tenían que padecer. Sólo hay que preguntar a los que viven
en Zaragoza para darse cuenta.