Tradición, el toro de la vega, y el deseo de aparentar.
Me suscita este comentario la manifestación que se produjo ayer en Tordesillas contra la celebración del llamado Toro de la Vega, acontecimiento que tendrá lugar mañana.
Me molesta profundamente cuando se utiliza el argumento de la tradición como única justificación de algo, de lo que sea. Las tradiciones se han ido creando y abandonando desde siempre, al ritmo que han marcado los frutos que otorgan: poder, reconocimiento, orgullo y dinero, básicamente. Hablar de tradición, es no querer hablar claro de estas cosas. No deja de ser un escudo.
Personalmente estoy en contra, y me sumo desde aquí a los manifestantes. No creo que alancear un animal repetidamente con lanzas hasta que muera desangrado después sea una manera digna de celebrar nada. Cada vez tiene más oposición, y eso hace entrever que serán pocos los años que se siga celebrando.
También estoy en contra de las corridas de toros, aunque esto si que tardará más en superarse y pasar a ser una anécdota más de nuestros antepasados en los libros de historia. Hay mucho dinero en juego, y como la SGAE o el sector textil o de la inyección de plástico, harán todo lo posible por mantener el negocio.
Pero además hay algo más importante: Ir a los toros es una de esas condiciones, que si no suficientes son necesarias para demostrar un status hoy en día. Igual que votar al PP, que tu segundo coche sea un todoterreno de marca, que el cochecito de bebe seá azul marino, cromado y de neumáticos blancos, o ir a misa de doce trajeado y acudir luego a tomar vermut. Es una manera de demostrar posición, y de que ésta sea/parezca, de las de toda la vida. Puede parecer ridículo en un país moderno, pero no lo es en muchos ambientes todavía.
Y hay mucha gente que ha elegido que esa sea su identidad. Y contra eso es dificil luchar.
Campaña internacional Tordesillas, Ciudad Non Grata, contra el Toro de la Vega.
Me molesta profundamente cuando se utiliza el argumento de la tradición como única justificación de algo, de lo que sea. Las tradiciones se han ido creando y abandonando desde siempre, al ritmo que han marcado los frutos que otorgan: poder, reconocimiento, orgullo y dinero, básicamente. Hablar de tradición, es no querer hablar claro de estas cosas. No deja de ser un escudo.
Personalmente estoy en contra, y me sumo desde aquí a los manifestantes. No creo que alancear un animal repetidamente con lanzas hasta que muera desangrado después sea una manera digna de celebrar nada. Cada vez tiene más oposición, y eso hace entrever que serán pocos los años que se siga celebrando.
También estoy en contra de las corridas de toros, aunque esto si que tardará más en superarse y pasar a ser una anécdota más de nuestros antepasados en los libros de historia. Hay mucho dinero en juego, y como la SGAE o el sector textil o de la inyección de plástico, harán todo lo posible por mantener el negocio.
Pero además hay algo más importante: Ir a los toros es una de esas condiciones, que si no suficientes son necesarias para demostrar un status hoy en día. Igual que votar al PP, que tu segundo coche sea un todoterreno de marca, que el cochecito de bebe seá azul marino, cromado y de neumáticos blancos, o ir a misa de doce trajeado y acudir luego a tomar vermut. Es una manera de demostrar posición, y de que ésta sea/parezca, de las de toda la vida. Puede parecer ridículo en un país moderno, pero no lo es en muchos ambientes todavía.
Y hay mucha gente que ha elegido que esa sea su identidad. Y contra eso es dificil luchar.
Campaña internacional Tordesillas, Ciudad Non Grata, contra el Toro de la Vega.
9 comentarios
Cathy -
Fernando -
Añado también que una cosa es matar para comer, matar para vestirse, o matar para defenderse, y otra es matar por diversión. Sinceramente yo si que veo la diferencia, y para mí, por lo menos, tienen distinta consideración ética.
Aún así estoy considero que esta sociedad nuestra come demasiada carne por comodidad, y que la ganadería industrial es una tremenda atrocidad, más pensada en sacar rendimiento económico que en rendimiento alimenticio, y que deberían hacerse las cosas de otra forma. En fin, ese es otro tema.
El estereotipo claro que es anticuado, y no estoy hablando de pijos, porque pijos hay de muchas clases, y de todos los partidos, y cada cual tiene su estigma. Y los que quieren mostrar su rancio abolengo, aquí, por lo menos, se comportan así.
PrincesadelGuisante -
El estereotipo te ha quedado un poquito anticuado, no sé como serían quienes iban a los toros antaño, desde luego ahora no creo que el estatus se marque votando al PP ni que los toros sean exclusivos suyos o del poderío económico que supuestamente representan, ni siquiera pueden coger aviones para asistir salvo que sean vicepresidentes del gobierno y lleven a Pincho de paquete.
De los cochecitos de niño no digo nada, pero aquí al menos ese que tú dices no es el modelo pijo.
Gemuina -
Fernando -
En el segundo punto, no necesito que todos encajen en el perfil, sino que los que encajen en el perfil estén, y están.
Yo sigo en mis trece.
Luis -
Las tradiciones son lo que son, y por ello tiene el mismo valor tirar una cabra de un campanario, lapidar a tomatazos a un arlequín o desfilar delante de la Virgen del Pilar para poner flores en su manto. No creo que a todos los ejemplos aplique la conclusión que comentas.
Lo de los toros... Terrible. Mira las caras que llenan los tendidos de sol en todas las plazas de España, ni uno encaja con el prefil que describes. Con el mismo fin y distintos medios: las vaquillas en el Pilar. Sí, ya; habitantes de las Fuentes y Delicias, derecha rancia de toda la vida buscando mantener viva su posición.
Que no, que no.
alberto -
Gabriel -
Yo veo que el problema es que no hay ningún político que se plantee plantar cara a estas tradiciones, por el peso (en votos) que tiene.
Y no solo estamos hablando de las torturas a los animales, tambien esas "tradiciones" de tirar miles de petardos en una sola noche con el riesgo que conlleva, o la de hace unas semanas en un pueblo de Granada desperdiciando millones de litros de agua, mientras media España tiene lo justo (o ni eso).
Mi único consuelo es que cada vez se oye hablar mas del tema, y confío que al final cale entre la gente.
vesania -
Aunque ese tipo de gente de derechas y de toros, se podían quedar simplemente en el carro (horrible, anticuado y hortera) de niño de "cuentame".
También era tradición que la mujer estuviera en casa, que se tuviera un hijo varón, que se casara uno por la iglesia (ella virgen, él no), que te dieran dote, que te tejieras en la adolescencia la "pliega", y que no salieras de casa sin el marido, ni fuera al bar, ni al baile sola....
En fin.