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bambino, el blog de Fernando Tomás.

La felicidad depende del lenguaje

Este artículo sobre el esperanto y la discusión posterior , me ha hecho acordarme de una cosa:

Cuando he vivido en el extranjero y me he expresado en una lengua que no es la mía, mis emociones se simplificaron:

No disponía de palabras suficientes para expresar emociones complejas, y tendí a no tenerlas. Supongo que el cerebro es vago. Así, todo quedó reducido a emociones muy básicas. Y no podía comerme el tarro, y todo era mucho más fácil. Era una suerte de vuelta a la infancia.

Comprendí entonces que la felicidad depende del lenguaje. Cuanto más amplio es, más posibilidades tienes de enredarte. Por eso, cuando nos vamos haciendo mayores y sabemos mas, se nos va agriando el caracter.

Supongo que por eso también, cuando se comienza a envejecer de verdad, y se van olvidando las palabras, de repente vuelve la alegría.

No se si esta teoría es cierta, pero lo parece, ¿no?


5 comentarios

Fernando -

Pues la novela no creo que me la recuerde, porque (confieso que) no la he leido.

Eso si, vi la peli, en versión original, tumbado en una cama king size de un hotel en esa ciudad con dos estaciones (la calurosa, y la de ferrocarril) que es Mérida (Yucatán/México).
Toma pegote!

D.D. -

Coñas aparte, creo que en 1984 cuentan algo parecido, prohiben palabras y crean casi una nueva lengua justo para tener (más) controlada a la peña y que no se plantee temas como libertad, revolución y demás.

No sé si tu post es un plagio, o el subconsciente te ha recordao la novela :)

Fernando -

Jejej, Vas a tener razón, D.D.
Aunque en el trabajo no me comía el tarro, y van por ahí los tiros :-)

D.D. -

Bambino, en Amsterdam tenías sentimienos más simples por la cerveza y los porros, no vengas con leches.

Si además había un güebo de españoles, pa que les expresaras emociones complejas.

pqs -

un neocón recomendaría prohibir el vocabulario relacionado con los sentimientos.