La felicidad depende del lenguaje
Este artículo sobre el esperanto y la discusión posterior , me ha hecho acordarme de una cosa:
Cuando he vivido en el extranjero y me he expresado en una lengua que no es la mía, mis emociones se simplificaron:
No disponía de palabras suficientes para expresar emociones complejas, y tendí a no tenerlas. Supongo que el cerebro es vago. Así, todo quedó reducido a emociones muy básicas. Y no podía comerme el tarro, y todo era mucho más fácil. Era una suerte de vuelta a la infancia.
Comprendí entonces que la felicidad depende del lenguaje. Cuanto más amplio es, más posibilidades tienes de enredarte. Por eso, cuando nos vamos haciendo mayores y sabemos mas, se nos va agriando el caracter.
Supongo que por eso también, cuando se comienza a envejecer de verdad, y se van olvidando las palabras, de repente vuelve la alegría.
No se si esta teoría es cierta, pero lo parece, ¿no?
5 comentarios
Fernando -
Eso si, vi la peli, en versión original, tumbado en una cama king size de un hotel en esa ciudad con dos estaciones (la calurosa, y la de ferrocarril) que es Mérida (Yucatán/México).
Toma pegote!
D.D. -
No sé si tu post es un plagio, o el subconsciente te ha recordao la novela :)
Fernando -
Aunque en el trabajo no me comía el tarro, y van por ahí los tiros :-)
D.D. -
Si además había un güebo de españoles, pa que les expresaras emociones complejas.
pqs -