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bambino, el blog de Fernando Tomás.

Buscando el porqué de la violencia

Esta reflexión continúa el análisis iniciado por Raúl Sensato. Él se queda en el viejo debate ciencia-religión, religión causante de males, ciencia salvadora. Un modelo que si bien explica algunas cosas, en mi opinión no las explica todas. Voy a intentar profundizar un poco más en el debate, y animo a participar.

(Confieso que no he visto los vídeos que él propone, por falta de tiempo, principalmente, escribo sobre sus escritos, igual se me ha escapado algo).

Partamos de la base de que las guerras siempre se justifican con motivos elevados (una religión lo es, pero puede haber otros), pero a poco que rasquemos, por lo que realmente se lucha es por poder, por la gasolina del poder, vamos, por dinero.

Yo veo que para que se de una situación de violencia (guerra, terrorismo, etc), tienen que existir tres factores, jerárquicos, que son los que lo facilitan.

El primero es que haya alguien/algo con ansia de poder suficiente. Es la punta de la pirámide. Normalmente justificará su acción en la religión, la historia, la libertad o la seguridad.

El segundo, que es dónde toca Raúl, es el fanatismo. Y éste no es necesariamente religioso. Ahí es dónde opino que se queda corto el análisis.

Un fanático es aquél que está dispuesto a matar o morir por defender una causa, sin mas reflexión. Puede ser una religión, una ideología política, pero también un equipo de fútbol, la independencia de un pueblo, la libertad, la justicia o los derechos humanos.

(La inclusión de los tres últimos es provocadora. Seguro que muchos piensan que por eso si que merece la pena morir, lo que nos lleva a la conclusión de que se puede matar o dejarse matar por unas cosas, y por otras no. Y que la elección de cuales son causas justas o no puede ser subjetiva (alguno me dirá que la cuarta empezando por la cola también es justa). Y ya tenemos el lío montado).

El tercer ingrediente es que la población general, la sociedad civil o un gran porcentaje tenga la sensación de que no yendo contra la situación violenta se gana algo. No tienen que volverse fanáticos. Con que no se opongan a su acción es suficiente. Es la actitud de "no darse a entender" para no tener problemas, y de paso, ganar algo con ello.

(Un ejemplo paradigmático puede estar en el País Vasco, donde mucha gente que no estaba de acuerdo con los fanáticos no actuaba contra ellos, por miedo a represalias y además, por otra se beneficiaban de concesiones económicas y libertades otorgadas desde el estado en un intento vano de intentar deslegitimar al fanatismo).

(Otro ejemplo es el pueblo estadounidense, que consideraba que las invasiones de Afganistan e Irak contribuirían a la seguridad en el mundo, y de paso, reactivarían la economía y el I+D dependiente del sector militar)

 

Con este caldo de cultivo (líder que busca aumentar su poder, fanáticos dispuestos a matar y morir por una idea, sociedad civil que acepta el proceso) tenemos una situación violenta montada. En cualquier parte del mundo. Con cualquier excusa.

Como Raúl, creo que la única solución que tenemos está en educar a la sociedad civil para que no evolucione hacia el fanatismo, y para no dejarse dominar por los fanáticos.

Pero no creo que atacar la religión, ni la ideología política sea el buen camino. Sólo consigues cerrar más en si mismos a los fanáticos. Y puede convertirnos a nosotros mismos en fanáticos.

Creo mas en una educación religiosa, política y social que acepte todas las opciones, e incida en evitar el fanatismo... Lo que pasa es que, me da la impresión que al líder con ansia de poder... esto no le interesa.

 

2 comentarios

Fernando -

"Todo lo que dices tiene sentido porque es consecuente con un punto de partida que das por establecido:

En tu perspectiva de Bambino, el poder no emerge el pueblo. O dicho de otra manera, en tu perspectiva la influencia del pueblo sobre los políticos es menos importante -activa, consecuente, relevante- que la influencia de los políticos sobre el pueblo."


¿Y no es así? quiero decir, ¿no votamos sólo cada 4 años? ¿Y poca más influencia tenemos, salvo azuzar a los organismos de control, que son lentos?

mmm tendré que verme los documentales, a ver como/cuando lo hago.

Pero de partida no creo que podamos (a día de hoy) tener demasiada influencia sobre los políticos. Aunque para eso están los blogs (entre otras cosas). Aún tengo esperanza.

Raul Sensato -

Todo lo que dices tiene sentido porque es consecuente con un punto de partida que das por establecido:

En tu perspectiva de Bambino, el poder no emerge el pueblo. O dicho de otra manera, en tu perspectiva la influencia del pueblo sobre los políticos es menos importante -activa, consecuente, relevante- que la influencia de los políticos sobre el pueblo.

Los documentales de Dawkins están dirigidos a "las bases", con el firme convencimiento de que eso modifica las actitudes de los políticos...

...que se "habrían" de quedar sin excusas para los ansias/perversiones que comentas.

Son perspectivas enfrentadas, que proponen por necesidad distintas acciones para buscar una misma solución.

La propuesta de Dawkins

Por otro lado, si -cruzo dedos- se solventara el tema religioso como motivación política, continuaría el "juego sucio" mediante la otra herramienta simplista e hiperefectiva de nuestro tiempo: "el enemigo que en realidad es uno de los nuestros". Esa es la segunda herramienta básica para canalizar sentimientos bajos.

La CIA subvencionando a Bin Laden y Hussein, que luego terminan siendo la imagen de lo malo, Putin azuzando a militares Chechenos para ocupar teatros pocos meses antes de unas elecciones con muchos visos de perder,

o lo que más se dá por aquí: los siete policías secretas que se infiltran en toda manifestación que debe quedar mal ante las cámaras, secretas que se dedican a romper cristales, tirar cajeros y hacer el paripé para la tele (hermoso el documental sobre la reunión del G8 en barcelona hace un lustro, por no contar lo de Génova).

Pero ya habra tiempo de ocuparse de esa otra herramienta. Ahora, gracias a los New Born Christians, el planeta (subrayo, el pla-ne-ta) está en peligro.