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bambino, el blog de Fernando Tomás.

Crecer, cambiar la óptica, y los guardabarros

El sábado pasado estuve buscando guardabarros para la bici. La compré de montaña, deportiva, y sin guardabarros -claro- en su día. Con el aumento de carril bici por la ciudad, y con el hecho de que uno de ellos pasa frente a mi casa y llegar a la oficina o al supermercado, por ejemplo, lo tengo, si bien sin carril bici, si relativamente fácil al no tener que ir por zonas de mucho tráfico, estoy pensando en prepararla para poder moverme. Y necesito un guardabarros porque no será la primera vez que cojo una bici vestido de bonito y acabo con la espalda llena de churrutones de agua porque han encendido los regadores del parterre de al lado del carril.

Y entonces tuve un flashback: me acordé de que cuando era niño, lo peor era que tu bici tuviera guardabarros. A la primera caida que tuvieras, rozaba con la rueda y te hacía ir mas lento o incluso te cortaba la rueda. Y por eso, te obligaba a no coger baches o curvas complicadas, y a renunciar a hacer el burro (= disfrutar con la bici en aquellos años), con el riesgo añadido de quedar como un soso, o peor, como un cobarde con el resto de la panda por no bajar por un camino pedregoso, no saltar un bordillo o cualquier hazaña similar. Así que todos, sin excepción, acabamos quitando el guardabarros de la bici.

Se ve que hemos crecido: antes era impensable no caerse con la bici, hoy ni pienso en esa posibilidad...  Como nos cambia la óptica con los años.

1 comentario

SantiP -

De aquella época me ha quedado: el gusto por las motos "naked", una cicatriz en el brazo derecho y la extraña sensación de haber sido "raro", porque a mi orbea no se le podía desmontar la parrilla portaequipajes.